El acompañamiento

 La amistad es la más libre de las relaciones. Nace y se sostiene desde la libertad de elegir y ser elegido, sin presiones externas; de la libertad de estar y permanecer, sin que una legalidad explícita la regule. La importancia que en la vida tiene la amistad surge de las mismas condiciones que determinan su existencia.


Nadie tiene el deber o la obligación de tener amigos o ser amigos nuestros. Pero sí tiene una ética que le es propia. Sin ella, la amistad no sería posible. Se basa en el afecto, en el respeto mutuo, en el compromiso compartido, en la confianza, en la "benevolencia recíproca", como afirmaba Aristóteles.


Sigmund Freud  decía que un egoísmo bien entendido es necesario para vivir, pero tenemos que amar para no caer enfermos. El amor que el cultivo de la amistad promueve actúa como un bálsamo que alivia nuestras heridas cotidianas. Con su tierna y cálida presencia, el amigo nos rescata del resistente ensimismamiento. Con él, se comparte la intimidad. Con él, esperamos compartir las penas y festejar los logros. Podremos hacer oír nuestras opiniones y escuchar alguna crítica del amigo, porque confiamos en que están sustentadas en el afecto.


“Yo quiero ser rebelde a mi manera,

un rebelde que no duda en darte una mano cuando la necesitas,

ni mandar señales de humo cuando estas en problemas.


Pero siempre a mi manera aunque me equivoque, quiero

conseguir que me mires y no solamente que me veas, quiero lograr que me escuches y no solamente me oigas aunque tenga que gritar hasta quedarme sin voz.


Te estoy llamando como puedo, a mi manera, solamente a mi manera”.

-Rebelde Way


Abril Agustina Rocco

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